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Traducción de Mir Rodríguez
En esta entrega nos hemos enfocado sobre todo en juegos literarios, hechos con palabras escritas; sin embargo, hay también miles de modalidades que se practican en el lenguaje oral —juegos de palabras, adivinanzas, albures— y cada quien inventa los suyos. Presentamos aquí un divertido ejercicio para descolocar a los infaltables interlocutores que no dejan pasar la oportunidad de salpicar las conversaciones con referencias cultas.
La otra noche fingí no saber quién era Slavoj Žižek, el marxista hegeliano y crítico cultural esloveno. Esto ya lo había hecho antes, pero nunca con resultados tan exitosos. El compa marxista con el que hablaba hizo una referencia a Žižek que él daba por sentado que yo iba a entender, y entonces sentí un vacío en el estómago. Era un buen tipo, de hecho, pero en ese momento vi la conversación extendiéndose, me vi teniendo que decir cosas sobre Žižek y escucharlo decir cosas sobre Žižek, y me di cuenta de que no tenía ningunas ganas de hacerlo. Quería decirle “estamos en un bar”, así como mi abuela decía “estamos en la iglesia”. Un bar no es el escenario adecuado para presumir sobre La guía perversa de la ideología.
Al principio pensé que podría salirme con la mía ignorando la referencia. No pude. Hizo otra y luego otra y después, en tono medio desesperado, “Žižek sostiene que…”. Vi la oportunidad, y la tomé. Le pregunté que quién era ése, y entonces él supuso que no lo había escuchado por la música. “žižek”, gritó. “slavoj žižek”. Le dije que nunca había escuchado ese nombre y peló los ojos. Intentó explicarse y se encontró con la misma negativa. ¿Filósofo famoso? No. ¿Lacan? No. ¿Hegel? No. Por poco le digo que nunca había oído hablar de Karl Marx, pero me aguanté. El tipo no lo podía creer. ¿Cómo así que no sabía quién era Žižek?

Slavoj Žižek
© Matt Carr / Getty Images
Pasó por todas las etapas que pasan los que caen en la trampa de la Maniobra Žižek: incredulidad, resistencia y, finalmente, exasperación aturdida. Quizás hasta un poquito de ira. Era claro que pensaba que quizá yo me estaba burlando de él, pero no tenía manera de probarlo. Se cansó de mí al poco tiempo y me ignoró el resto de la noche. Después lo vi hablando con sus amigos y señalándome. Me imaginé que les decía: “Esa chica que está allí ni siquiera sabe quién es Žižek. žižek”. Le sonreí y lo saludé con la mano.
Éste es el Juego de Žižek y te voy a enseñar a jugarlo. Piensa en estas instrucciones como opuestas a las que puedes encontrar en manuales de cortesía: esto sólo lo puedes aplicar en ocasiones especiales. Es para cuando se te antoja darte un gusto, y ese gusto se llama “un deseo pueril de enervar a los demás”. Todo lo que tienes que hacer es mantener la expresión inmutable y negar cualquier noción de alguna persona o punto de referencia cultural que, en realidad, con base en tus otros referentes, se supone que deberías conocer. Esto por supuesto cambia de persona a persona, algunos de mis favoritos son:
Žižek, John Updike, Morrissey (sólo para expertos), Radiohead, Twin Peaks, David Lynch en general, Bansky, Bauhaus (movimiento), Bauhaus (banda), La naranja mecánica, Jack Kerouac, Woody Allen, bongs, realismo mágico, la Generación y, fiestas trance, William Gibson, burlesque, la generación beat, Richard Dawkins, osos perezosos, anarquismo, Joy Division, CrossFit y El club de la pelea.
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Encuentra a alguien loco por Morrissey y finge no tener idea de quién es. Los pone fuera de sí. No sé por qué, pero es así. Mentira, yo sé exactamente por qué, porque a mí misma me han aplicado la Maniobra Žižek. Una chica que me gustaba me dijo que nunca había visto Twin Peaks, y casi me mata. Ella me atraía en primer lugar porque nos gustaban los mismos libros y las mismas películas y la misma música. ¿Cómo es que nunca había visto Twin Peaks? ¿Será que me estaba fastidiando? ¿Cómo? No se me ocurrió en ningún momento que simplemente no había tenido la oportunidad de verlo. Mi respuesta inmediata fue pensar que se había abstenido intencionalmente de verla sólo para enervarme. Cuando me dijo después que por supuesto había visto Twin Peaks inmediatamente me dio un tic en el ojo.
Éste es el meollo del Juego de Žižek: la incredulidad de que algo que te importa mucho pasó por la conciencia de otra persona sin dejar huella. La zozobra de sospechar que alguien se encontró con la página de Wikipedia de Slavoj Žižek y pensó: “no me interesa saber quién es este tipo”.
Por tu seguridad, así como la de tu oponente, el juego tiene algunas reglas:
1. ESTE JUEGO SÓLO SE PUEDE JUGAR CON GENTE QUE NO TE CONOCE DEMASIADO BIEN. De otro modo vas a andar por ahí mintiéndole a unos compas acerca de cómo no sabes qué es El club de la pelea y el hermano nada más se te va a acercar y va a decir: “Mentiroso. Lo vi dos veces contigo”. Fin del juego.
2. ELIGE A TU OPONENTE CUIDADOSAMENTE. Tiene que ser alguien cortado con la misma tijera que tú, porque tiene que quedar pasmado ante tu aparente ignorancia. Yo vivo en Ciudad del Cabo, que tiene la peculiaridad de que la gente se subdivide en grupitos cerrados, así que es fácil encontrar con quién jugar. Puede ser más difícil donde tú estás.
3. ELIGE TU TEMA CON CUIDADO TAMBIÉN. El juego funciona mejor si escoges algo que normalmente haga que la gente arme toda clase de aspavientos intelectuales en voz alta y con tono indolente.

Fotografía de archivo
© Wikicommons
4. TU ÉXITO EN ESTE JUEGO DEPENDE DE TU HABILIDAD DE LIDIAR CON QUE LA GENTE PIENSE QUE ERES IDIOTA. Esto es muy importante. Mi condicionamiento adolescente al crecer en una ciudad con una fuerte subcultura de surf/skate de gente a la que le gusta fumar mucha mota, posibilita que no sólo me sienta cómoda con que la gente piense que soy idiota, sino que lo disfrute. Todo el tiempo me hago la que nunca ha oído hablar de Roman Polanski. Nunca titubeo y tú tampoco debes hacerlo. Tu oponente nunca debe tener la satisfacción de mirarte con condescendencia. Cuando empiezan a rechiflar y a poner los ojos en blanco porque cómo así que no sabes qué es la República de Weimar, sólo debes sonreír y encogerte de hombros. Si pones cara de humillada, tu oponente ha ganado.
5. NOTA: NO CONFUNDAS ESTE JUEGO CON EL FENÓMENO CONOCIDO COMO “HACERSE EL QUE DETESTA ALGO QUE LOS DEMÁS ADORAN”. Decir que odias a los Beatles no tiene nada que ver con decir que nunca has oído hablar de los Beatles.
6. Y LO MÁS IMPORTANTE: NO LE HAGAS ESTO A NADIE QUE SE SIENTA HERIDO POR TU ACCIÓN EN LUGAR DE SIMPLEMENTE IRRITADO. Si un nerd está departiendo con entusiasmo sobre su tema elegido, es cruel decir que no sabes de qué está hablando. Quedará destruido. Así mismo, si alguien está muy emocionado por algo lo mejor es seguirle la corriente. Cuando tenía como once años, mi papá consiguió un trabajo nuevo y la compañía le dio un carro. Esto fue algo muy importante. En mi familia siempre tuvimos cachivaches rotos y/o imprácticos por carros, así que salir de esta tradición fue motivo de júbilo. Le conté a la primera chica que vi en la escuela el día después de que el carro llegó a la casa, simplemente se me salió: “Mi papá tiene un Volvo”. No se rían, yo tenía once años y el carro anterior era un sedán Renault de 1983 al que no le cerraban bien las puertas de adelante y se le metía mucha lluvia. Siempre estaba húmedo adentro, como un invernadero, y a veces crecían pequeñas setas en el piso. Al Volvo le cerraban bien las puertas y eso era sensacional para mí. La chica, que era muy popular, me miró con los ojos entrecerrados y dijo “ni siquiera sé qué es un Volvo”. A lo mejor de verdad no sabía qué era un Volvo o quizá sólo quería callarme la boca. Pero recuerdo un sentimiento de desinfle mucho más allá de lo razonable. O sea, ¿cómo le contestaba? ¿“Un Volvo es un tipo de carro”?
Como dije, esto es sólo para ocasiones especiales, pero ahí están las reglas para cuando las necesites, y ese día llegará. Estarás por ahí y alguien empezará a hablar de Žižek. Estamos en un bar, pensarás. En lugar de sentir pánico sobre el futuro, ahora sabrás qué hacer.